jueves, 20 de marzo de 2008

Miércoles Santo en El Viso del Alcor


Decíamos el martes cuales eran nuestros deseos. Finalmente, los presagios de agua se cumplieron.
La mañana comenzó amenazante. Sobre las doce y pico las primeras gotas.

-"Papá, ¿Cómo está la mañana en Sevilla?
- "Aquí está lloviendo. Acaban de decir que la Sed no sale y San Bernardo ya veremos".
- "Pués nada, solo nos queda esperar. Después nos vemos en casa por la tarde".
Al poco tiempo comenzó a llover en El Viso. "Pero seguro que esta tarde mejora".
Esos eran mis deseos. Sobre las cinco y media, unas nubes negras como el tizón parecían que iban a descargar sobre nuestro pueblo. En Sevilla llovía. Y aquí, instantes después, comenzó a llover. Poco después más agua.
Alrededor de las seis me estaba ya vistiendo para poder realizar mi estación de penitencia. Había hecho un alto en el camino el líquido elemento, con lo que nuestras ilusiones estaban en momento algido. Pero a las seis y cuarto más agua. "No pasa nada, seguro que mejora".
Hasta las seis y media no pude salir de la casa, y cuando entraba en la calle Feria unos rayos de sol brillaban sobre la Recovera. Era un espejismo, porque poco después, al llegar a la Plaza del Ayuntamiento, nuevamente el gris ocupaba el cielo. Por fin llegamos a la de Santa María del Alcor. Incertidumbre, nervios, sentimientos, caras de circunstancias, ese era el panorama.
Y poco después, al rato de estar en la Iglesia, llegaba lo peor. Los costaleros entraban en el templo, y sobre sus hombros las marcas del agua, pequeñas gotas que parecían punzones clavados. Estaba lloviendo. Resoplos,y más resoplos.
Sobre las siete y media salía el Hermano mayor acompañado de algunos miembros de su junta al Altar Mayor. Sus caras nos hacían temer lo peor, lo que veíamos pero no queríamos ver. Antes, algunos detalles, como el no reparto de cirios, preveían malos agurios. Con voz entrecortada, embargado por la emoción, Manolo "Reja" nos comunicaba la decisión de la junta de gobierno. No se realizaría la Estación de Penitencia debido a las previsiones meteorológicas.
Y caía más agua. Lágrimas, abrazos, miradas tristes. Poco después el rezo del Via Crucis. Tras finalizar, se hicieron dos "levantás" de los pasos como algo testimonial. Más lágrimas y vuelcos al corazón. Para despedir la tarde noche, y antes de abrir las puertas del Templo, vivas al Cautivo y la Amargura.
En resumen, fue lo que aconteció ayer. Esperemos que el año que viene el tiempo nos respete. Y como siempre digo cuando nos topamos con situaciones meteorológicas adversas, la mejor decisión es la de no salir.

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