
Hace unos días tan solo podía sentirte a través de mis manos y la barriga de tu madre, hoy ya te tengo en mis brazos.
Es increíble, al menos yo lo he sentido, esa sensación de autoprotección que uno experimenta cuando tienes en tus brazos a un hijo, a una parte de tí.
No olvidaré aquello que me dijo mi abuela el pasado sábado, y que sus años de vida, noventa, le dan credibilidad para ello, "ahora sabrás lo que duele un hijo". Y como acertó.
Ganas teníamos de conocer tu carita, de abrazarte, besarte, quererte... Hace nueve meses cambiastes nuestras vidas. Ahora se confirma el cambio.
Espero que algún día llegues a entender cuánto te queremos tu madre y yo.